Se aproxima septiembre y una vez más las autoridades gubernamentales hacen uso político y comunicacional de las imágenes icónicas de la cultura popular chilena. El día 25 de agosto fue el turno de los Chinchineros, en el contexto del anuncio del “cuarto pago de ingreso de emergencia”, efectuado por la Ministra de Desarrollo Social y Familia, Karla Rubilar.
Ciertamente, la ministra desconoce la grave situación por la que atraviesa el gremio de los Chinchineros y Organilleros de Chile, trabajadores de la cultura, quienes, a pesar de haber solicitado apoyo de las autoridades gubernamentales, no han recibido ningún tipo de ayuda desde el mes de mayo. Por dicha razón, han levantado a pulso una campaña solidaria para obtener aportes y alimentos, tanto para los cultores como para sus familias, quienes durante la pandemia han visto interrumpida su principal actividad económica, debido a las restricciones en el uso del espacio público, y dado que no fueron considerados en el cuestionado “Plan de emergencias” del MINCAP, anunciado por la ministra Consuelo Valdés en mayo pasado.
Esta institución gubernamental no ha tenido sentido social ni de urgencia, no habiendo estado a la altura para afrontar la devastadora crisis que está pasando el sector de la cultura en general.
El centenario gremio de los Organilleros y Chinchineros, a pesar de poseer, en una de sus organizaciones, el reconocimiento de ser Tesoro Humano Vivo (2013), según la voluntad de sus autoridades, el MINCAP no cuenta con las atribuciones y facultades legales para entregar apoyos directos.
La ministra Rubilar seguramente desconoce que los cultores de este oficio popular, pertenecen al 40% de las familias más vulnerables del país, y que su situación a la fecha sigue complicándose. Así lo demuestra el catastro realizado en mi calidad de sociólogo, y que en agosto ejecuta una segunda encuesta, junto a Camila Guerreros, a los 150 cultores catastrados.
Esta entrega datos como que, el 47.7% de los cultores obtiene un ingreso mensual menor al salario mínimo (es decir menor a $320.500). El 43.2% de los Chinchineros y organilleros señala que su ingreso varía según el mes del año. Es decir, tienen ingresos inestables, y sólo un 7.2% dice que su ingreso mensual es mayor al sueldo mínimo.
En la mayoría de los casos catastrados, un 68.4% de los cultores menciona que más de 3 personas dependen de su salario mensual. El 34.5% no está afiliado a ningún sistema de salud, y en el último mes, sólo un 41.3% de los cultores ha salido a trabajar menos de diez veces.
Estos datos dan cuenta de la precaria realidad de este gremio de los trabajadores de la cultura popular, los que no son reconocidos por las autoridades y la institucionalidad estatal, como parte importante y significativa de la identidad nacional, y del patrimonio cultural del país, lo cual ha quedado en evidencia en la actual crisis política, sanitaria y económica, y que se expresa en el desamparo y la nula protección, tanto de los cultores como de sus familias, quienes por generaciones desarrollan, cuidan y enaltecen estos oficios, tanto a nivel nacional como internacional. Importante es destacar que estos oficios con sus particulares características, sólo existen en nuestro país.
A la fecha, Chinchineros y Organilleros continúan exigiendo una respuesta del Estado y de sus instituciones, con el objetivo que los resguarden de los destructivos impactos sociales y económicos derivados de la pandemia de Covid-19.
Por ello, causa indignación la utilización comunicacional de la imagen de los Chinchineros de parte de la ministra Rubilar, mientras estos trabajadores de la cultura continúan luchando por sus derechos, e intentan ser escuchados por un Estado insensible y sordo a las demandas populares.
Gabriel Lautaro Cárdenas Flores.
Sociólogo
Profesional de Apoyo de la Campaña “Organilleros y Chinchineros frente al Covid-19”.