En los archivos de la memoria, como un buen recuerdo quedará la intención inconclusa de una conversación extensa con Alejandro Sieveking. No recuerdo el año, pero estando en el Centro Cultural Gabriela Mistral tuve la oportunidad de acercarme a él, quien se retiraba del lugar tomado del brazo de su compañera Bélgica Castro, si bien recuerdo, luego de una función de la obra “Víctor sin Víctor Jara”. La fugaz y ansiosa conversación con el artista se baso en registros de prensa que había encontrado en el archivo de la Biblioteca Nacional sobre una obra para niños y niñas que llamo mi atención y mi deseo de poder entrevistarlo para conocer más de ese trabajo estrenado en 1989. El encuentro no ocurrió y ya no se concretara, pero escribo para relevar aquella historia que existe dentro de la grandeza de la obra de este actor, director y dramaturgo, una obra creada por él llamada “El Chinchinero”.

“El Chinchinero” fue la primera comedia musical escrita por Alejandro Sieveking, cuyo montaje estuvo a cargo de la compañía Teatro Itinerante.

La obra cuenta la historia de un humilde chinchinero (Chinchi) que, junto a su novia Florita, recorre las calles de Valparaíso bailando y cantando para ganarse la vida. Un día aparecen los malvados Tristón y Tristán que descubren el talento de la “Flori” y, mediante una serie de artimañas logran convencerla para que los acompañe a Santiago y se convierta en estrella, cantando junto al más “taquillero” de los músicos de moda, nada más y nada menos que el conocido y también muy malvado Gualterio Taquilla. Pero el “Chinchi”, al darse cuenta de que no puede vivir sin su novia, decide partir a buscarla, tarea en que lo ayudan tres bondadosas hadas que han bajado del cielo. Mientras el chinchinero y sus amigas hacen el viaje a la capital, Gualterio Taquilla, mediante nuevos engaños convence a la ingenua Joven para que beba un “menjunje” que la hace olvidar su pasado. Cuando “Chinchi” llega a Santiago, Florita no lo reconoce y éste se pone muy triste. Las hadas, entonces, empleando toda su magia e ingenio le transforman el traje para ponerlo a la altura de “Gualterio Taquilla” y además le entregan un “antídoto” para que se lo dé a su novia y ella recupere la memoria. Después de muchos líos, discusiones y enredos, la “Flori” bebe el antídoto, reconoce al momento a su novio y juntos bailan el tradicional pie de cueca. (El Mercurio, 1989).

La obra escrita y dirigida por Sieveking, además de contar con un destacado elenco gozó de la música de Germán Concha (Bafona), el vestuario de Roberto Campusano, la iluminación de Manuel Pérez y las coreografías de Osvaldo Cadíz. 45 minutos de una colorida puesta en escena, de los cuales 25 minutos eran de música. La periodista Yolanda Montecinos comento –Un autor teatral tan altamente calificado como Alejandro Sieveking escribe y, a su mejor nivel, para los niños. Combina el folclore, la fábula, el humor, la ternura y siempre la fantasía, lo Iúdico y la belleza-. (La Tercera, 1990).

Un periodista que asiste a la función escribe -El Chinchinero, personaje popular, peregrino de calles y ciudades, sube al escenario para entretener a los niños con sus bailes, canciones y peripecias. La música, mezcla de folclore y pop, fue compuesta especialmente por Germán Concha, director musical del Bafona. Ella da vida al humilde “chinchi”, transformándolo en un ser mágico, con elevados valores que entran con fuerza en el mundo infantil. A la colorida ambientación se suman las coreografías preparadas por Osvaldo Cádiz. (El Mercurio, Jul. 1989).

Tal como se refirió Sieveking en una entrevista la obra no tuvo la intención de ser un estudio sobre la vida de los chinchineros, lo tomó como un personaje característico de nuestro folclor que cumplía con el carisma para ser protagonista de una historia para niños y niñas. Allí existía una intención clara de relevar al personaje popular, un héroe de tradiciones ocultas.

-La idea partió al ver un chinchinero realmente increíble en Valparaíso. Es un personaje que no se había usado y que era muy apropiado para una comedia musical. Además me permitía mezclar lo folclórico con lo moderno.

-¿Hay también un mensaje o enseñanza en la obra?

-Hemos visto niños que toman trago a los doce años o que se sienten tentados a probar alguna droga, marihuana, neoprén, de manera que esa idea se incluyó también en el cuento. Aparece como un brebaje mágico, que en el fondo representa a la droga, el que hace cambiar de personalidad a Florita y la transforma en una persona que no es. (Entrevista a Alejandro Sieveking. La Época, 20 de Mayo, 1989).

El Chinchinero luego de su estreno inició en Agosto de 1989 una extensa gira por el país, Quilpué, Valparaíso, Viña del Mar, La Serena, El Salvador, Potrerillos, Antofagasta, Iquique, Anca, Copiapó, terminando en la ciudad de Illapel. Posteriormente la gira se traslada al sur llegando hasta Punta Arenas pasando por Comodoro Rivadavia en Argentina. El éxito de El Chinchinero (1989-1990)  marca un precedente importante en el teatro infantil y hace que la obra se vuelva a montar en 1994 junto a la compañía El Bufón y el 2001 con la compañía Ateva de Valparaíso. El legado de esta obra queda inscrito en los anales de esta tradición centenaria como un exitoso intento por mantener a este personaje en la memoria colectiva del país y en la mágica experiencia de niños y niñas a través del teatro.

Gabriel Cárdenas Flores.

(Chinchineros, La Batería Errante de Chile).

Jueves 5 de marzo, 2020.